jueves, 29 de marzo de 2012

Capítulo 13: ¿....Me.....me amas?

¿En el salón principal? No, no le gustan las masas de gente. ¿En su clase? Ni en broma, siempre está deseando salir de ahí. ¿En la biblioteca? ... No sabía dónde estaba. ¿En los jardines? Tardaría demasiado en encontrarlo. Me paré en seco: estaba bien querer decirle lo que sentía pero ¿dónde lo encontraría? Además, yo ya no era invisible para la gente, ahora llamaba la atención, y verme corriendo desesperado por todos los rincones del edificio jadeando y sudando no era precisamente difícil de ignorar.

-Usagiwa-sempai... ¿se encuentra bien? -escuché decir a una chica más o menos de mi altura.
La recordaba. Era otra de las muchas personas que ni se dignaron a mirarme cuando llegué el primer día, aquellas que ahora besaban el suelo que pisaba, las más falsas y astutas que sabían cómo aprovecharse de las personas. Pero tenía demasiada prisa para pensar en esas cosas. En ese momento mi prioridad era encontrar a Soubi.
-Tranquila Miwa-san. Estoy bien -respondí con una falsa sonrisa, como me había enseñado a hacer Alois.
-... A-ah, vale. Pero como te había visto tan apurado... ¿puedo hacer algo por ti? -preguntó con una voz insinuante, causando las miradas feroces de todos los demás presentes.
Pero yo ya no era Ciel. Ahora sabía tratar con gente como ella.
-Pues sí. Estoy buscando a Yumeji-sempai, ¿lo has visto? -dije dibujando una mueca inocente.
-C-creo que está en su clase -respondió ruborizada y tímida.
-Gracias -y salí de allí corriendo.

Así que al final sí que estaba en su clase... ¿tan pocas ganas tenía de verme que se había quedado en el único lugar en el que nunca miraría? Mierda, aquello dolía.
Cuando llegué la escena que vi me quitó todo el aire que había conseguido recuperar después de la carrera. Estaba de pie, apoyado de espaldas a la ventana rodeado de chicas que aprovechaban la mínima oportunidad para acercarse a él, para tomar contacto y después pretender ser inocentes. Todas y cada una de ellas le miraban hipnotizadas, atentas a cada gesto que hacía, a cada palabra que salía de sus labios, no perdían el mínimo detalle de alguien que solo buscaba un entretenimiento que al parecer ellas podían proporcionarle. Pero lo que más me afectó fue ver la expresión seductora que Soubi le dedicaba a cada una de aquellas sanguijuelas. Estaba cómodo en aquel ambiente, siendo adulado por un montón de chicas sin personalidad. No me necesitaba, se había recuperado perfectamente sin mí, y sin duda eso era lo más difícil de aceptar: sólo yo le necesitaba.
Viendo la sonrisa de satisfacción que tenía en el rostro, intenté irme, pero una voz a mis espaldas me detuvo.

-Usagiwa-san, ¿que haces aquí? -cuando me volví observé a un chico del curso de Soubi. Era alto, con el cabello decolorado, las facciones angulosas, la mirada segura y el cerebro inversamente proporcional al número de pirciengs que llevaba en cada oreja.
-Perdón, había venido a visitar a alguien, pero parece que está ocupado. Ya me marcho -me disculpé con la misma sonrisa que tantas veces me había hecho ensayar Alois. “Caerán rendidos” decía él.
-¿Por qué tanta prisa? Vamos, quédate un poco. Yo no estoy ocupado -dijo con una sonrisa tonta y los ojos iluminados.
Pensé en rechazar la oferta, pero no tenía nada que hacer, y si hablaba con alguien, olvidaría la cara de felicidad de Soubi al verse rodeado por tantas chicas.
-De acuerdo -nos sentamos en su pupitre (más bien yo me senté en su mesa y él se quedó de pie).
-Tengo curiosidad -comentó nada más sentarme-. ¿Qué te ha hecho cambiar de repente? Hasta hace sólo unos días no hubiese pensado que esto podría estar escondido debajo de esa apariencia -dijo con voz sugerente. Genial, me tocaba lidiar con un creído idiota. Pero Alois también me había preparado contra tipos como ese. Así que poniendo mi mejor cara de actor y mi más deslumbrante sonrisa disfracé mi insulto con las mismas palabras que había usado él.
-Qué casualidad. Yo tampoco pensé que un cerebro como el tuyo pudiera estar debajo de esa apariencia.
-... Jeje... eehh... ¿eh? -si ignorante, te había insultado.
-Bueno, dejando eso de lado -dijo intentando ganar la seguridad que había perdido-. ¿Qué te parecería salir alguna vez conmigo. Te llevaría a donde tú quisieras
-Lo lamento, pero no tengo por costumbre salir con tipos como tú -cuando pronuncié esas palabras me di cuenta... ¿Me había convertido Alois en una réplica suya?
-¿Y con qué tipos sueles salir?
-Ni idea. Cuando lo sepa, serás el primero en recibir noticias, tú tranquilo -y me levanté de la mesa con intención de irme pues hablar con aquel tipo en vez de hacerme olvidar a Soubi sólo me estaba recordando a Kazaki-sempai.
-¡Eh espera! -dijo cogiéndome del brazo- Vamos no seas así.
-Suéltame.
-¿Algún problema, Harada? -pronunció un timbre demasiado conocido para mí.
-Shiraiwa-san... n-nada. Sólo estábamos hablando, ¿verdad Usagiwa-kun? -pero al recibir una mirada por mi parte que decía “no pienso ayudarte si os peleáis”, cambió de opinión- Y-ya me iba -y se fue cual perdigón escopetado.
La imagen de verle apurado salir de la clase dando la impresión de que le faltaba suelo para correr me hizo bastante gracia, y no pude evitar soltar una risita por lo ridículo que se veía. Pero cuando me giré me di cuenta de que no había motivos para reírse. Estaba delante de Soubi, y éste sólo me mostraba una mirada inescrutable. Quería decirle lo que sentía pero, ¿él querría escucharme? Me dije a mí mismo que si no lo hacía, nunca lo sabría; por lo que me armé de valor, y liberé a mi mente de toda preocupación.

-Gracias Soubi -intenté decir lo más relajado posible.
-No hay de qué.
-V-verás yo... quería hablar contigo. Sobre... lo que pasó en mi casa...
-Aquí no.
-¿Eh? -le miré a los ojos, y comprendí a qué se refería: todo el mundo nos estaba mirando. Y lo que hizo Soubi a continuación me hizo pensar que tenía una esperanza. Me cogió de la mano y me dijo:- Sé dónde podemos hablar tranquilos.
Me llevó de la mano, ante las miradas de todos los curiosos, hasta uno de los jardines traseros. Allí nunca había nadie.
-Adelante -me soltó de la mano-, ¿qué querías decirme? -preguntó cruzándose de brazos, haciendo que sólo me sintiera más inseguro.
-Yo... quería disculparme...


POV de Soubi.

-Yo... quería disculparme... -disculparse... él quería disculparse... Una sonrisa sardónica cruzó mi rostro. A esas alturas ya no sabía quién tenía la culpa de qué, pero escucharle decir que quería que yo le perdonara sin duda me hizo ver lo adorable y tierno que era mi ojiazul.
-Las cosas que dije... no las pienso de verdad. No quiero que me dejes en paz. No quiero que te alejes de mí. Tampoco pienso que seas … asqueroso. No quiero que dejes de hablarme... -una lágrima solitaria descendió por la mejilla de Ciel. Y aquel simple movimiento, aquella simple gota fueron suficientes para hacer que se rompiera algo dentro de mí, pues lo que más daño me hacía era ver sufrir a Ciel.
-Ciel... tú...
-¡No! Espera. Escucha todo lo que tengo que decir. Por favor espera a que termine... -inspiró a la vez que sorbía por la nariz, sin duda preparándose mentalmente para lo que tenía que decir.
-Cada vez que rehuyes mi mirada -comenzó- siento como si mi mundo desapareciera. Cuando le regalas tus caricias a otra persona, la verdad me golpea volviéndome pequeño y frágil. Cada vez que te burlas de mis sentimientos, las mentiras que protegen mi corazón se disuelven en el dolor que me causa darme cuenta... de que soy el único al que le afecta todo esto. Siento que con cada palabra, con cada gesto, te alejas de mí poniendo una barrera marcada por el deseo. El deseo que tengo que ahogar para no consumirme en la añoranza de tu cuerpo y de tu corazón. Porque cuando el alma es tocada, también quiere ser tocado el cuerpo, pero algunas veces, cuando el cuerpo es tocado, también quiere ser tocada el alma -me miró, con la belleza surcándole el rostro, acompañando sus lágrimas-. Soubi: tú has tocado mi cuerpo, y has causado que mi alma también desee ser tocada por ti. … Te quiero.
Me quedé paralizado. La flor que había anhelado desde hacía tanto, estaba ahora delante mía, confesándome lo que yo no dejaba de negar. Mi cuerpo se movió por voluntad propia y avanzó hasta quedar a escasos milímetros del suyo, pues temía que el más mínimo roce pudiera romper aquella estrella que brillaba por pura inocencia.

-Ciel... si lo que acabas de decir es una broma, tienes 10 segundos para retractarte, porque después de ese límite de tiempo, no seré capaz de controlarme -musité haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad para cumplir la regla de los 10 segundos. Ciel levantó la cabeza, me miró, desvelando su hermosura en toda su plenitud y articuló las palabras que llevaba tanto tiempo esperando escuchar.
-...Te amo, Soubi.

A la mierda la ley del menor, a la mierda el “qué dirán”, a la mierda el “y si no le gusta”, a la mierda todo. Quería a Ciel. Allí y ahora.
Por eso no me arrepiento de lo que hice a continuación.
Le empujé contra un árbol y sellé nuestros labios para impedirle cualquier oportunidad de negarse.
Cuánto anhelaba aquella sensación, el tacto de sus labios contra los míos, sedoso, suave y electrizante. Tan dulce. Primero sólo el contacto, después pidiendo permiso con mi lengua, recorriendo el contorno de su boca hasta que me cedió el paso e invadí la cavidad que tanto había deseado. Memoricé cada detalle de su lengua, de sus dientes, de su paladar, porque ahora eran míos. Succioné, invitando a hacer lo mismo con la ajena, comenzando un baile en nuestras bocas que no tenía tiempo ni lugar, sólo existía el sabor. Pero mi preciado ángel nos separó.

-...S-so....soubi....n-... no puedo... res... respirar -musitó con la voz ronca. Cuando le miré a los ojos y descubrí que estaban inyectados en placer, supe que había perdido de nuevo el control.

Le volví a encerrar en mis brazos y comencé de nuevo un intercambio de salivas que no tenía fin. Sentía cómo los gemidos de Ciel se ahogaban en su garganta y cómo los míos luchaban por no salir. Pero yo quería más, quería hacerlo sentir de verdad.

Fin POV de Soubi.


Me estaba asfixiando en lujuria. Su lengua seguía dentro de mi boca, invadiéndola y marcándola como suya. Arrebatándome mi propio nombre, recorriendo mi cuerpo con sus caricias, pues mi alma ya había sido tocada.
Cuando creía que mi cabeza no aguantaría con todo el placer y el éxtasis de estar en sus brazos, Soubi comenzó a frotar mi pecho, centrando su atención en dos peculiares zonas, presionándolas por encima de la ropa, haciendo que todo mi cuerpo temblara descontroladamente. Entonces los pellizcó, y eso ya fue demasiado para mí.

-¡Ah! ….n-no... no hagas eso...
-¿Por qué? -susurró en mi oído.
-Haaa....p-porque....mmhh.... se siente.... raro....
-Querrás decir que se siente bien -mordiendo y lamiendo mi lóbulo.
-¡Ahh!
-Increíble.... incluso por encima de la ropa lo estás sintiendo -musitó ensañándose esta vez con mi cuello y mi clavícula. Dejando un reguero de besos, mordiscos y saliva.
-¡No! ¡Ah! ¡Eso....n-no es verdad! -jadeé como me fue posible.
-Hum ¿en serio? -rió en mi cuello- ¿Y qué me dices de... esto?
-¡Hah! -había puesto una pierna entre las mías, desvelando lo excitada y necesitada que se sentía esa parte.
No me cupo ninguna duda: desde ese momento mi dolor, mi tristeza, mi alegría, mi deseo y mi cuerpo le pertenecían. Era completamente suyo, y aunque quisiera, jamás sería capaz de cambiar eso.

lunes, 26 de marzo de 2012

Capítulo 12: Ya no seré tu mejor amigo.

POV de Takashi.

Realmente me daba pena. Se merecía ser feliz. Aún en ese momento, viendo cómo la espalda de Ciel se alejaba hacia su oportunidad de corresponder sus sentimientos, yo me preguntaba: ¿algún día serán correspondidos los míos? No. Creo que no.
Eran ya 5 años de amor no correspondido hacia mi mejor amigo. ¿Cuándo me di cuenta de esto? Eso es fácil de responder: cuando estábamos en 6º de escuela elemental.

Flashback de Takashi:

Estábamos en clase de gimnasia, y Momo faltaba una vez más. Cuando la clase terminó vimos como Momo venía corriendo hacia nosotros.

-¡Idiota, la clase ya terminó! -gritaban algunos.
-Kobayashi, tienes que cuidar más de tu horario -comentaban otros.
-Sí, sí. Lo sé -se disculpó este. En ese entonces Momo era adorable: bajito, de complexión delgada, ojos grandes, labios pequeños y sonrisa inocente.
-¿Dónde te metes siempre? -pregunté yo, que en 6º ya era el más alto de la clase.
-Je,je. Es un secreto -me contestó guiñándome un ojo, pero con este gesto también se le abrió un poco la camisa, y pude observar perfectamente 3 marcas de chupetones hechos recientemente. Abrí los ojos desmesuradamente.
-¡Ala! ¡Te han picado muchos mosquitos! -dijo un niño de repente.
-¡Es verdad! -exclamó otra niña. Solamente yo me di cuenta de que eso no eran picaduras.

Fin Flashback de Takashi.



Fue en ese momento en el que mi corazón latió por primera vez por Momo. Verle así, tan inocente pero a la vez tan sucio fue un gran shock para mí, y me di cuenta de que estaba enamorado de él. Pero nunca se lo dije, eso me rebajaría al nivel de todos sus amantes, de todos aquellos que sólo quieren su cuerpo. Y aún ahora busco cómo escapar de estos sentimientos, pero me es imposible, es demasiado cercano a mí, y también demasiado doloroso ver cómo planea encuentros con otros sujetos delante mía. Pero duele aún más que me cuente todos sus encuentros con todo lujo de detalles, pues soy su mejor amigo, es normal que me lo cuente todo, aunque no sepa que todo eso me rompe por dentro, no puedo hacer más que mostrarme indiferente a todo esto.
Muchas veces me he preguntado a mí mismo si tengo un problema, pues todas las veces que me he acostado con alguien me excito y acabo pensando en que lo hago con Momo.
De todas maneras, sé que esto es algo imposible, lo supe desde la primera vez que me dijo que lo había hecho con alguien, me acostumbré a ello, a esperarle detrás de la puerta oyendo sus gemidos, guardándole las espaldas para que no le descubrieran. Como estaba haciendo en ese justo momento, esperarle en la puerta de una clase mientras él se acostaba con un desconocido por si alguien se acercaba, avisarles. Dejé de escucharles, y a los pocos segundos una cabecita castaña se asomó por la puerta.

-Perdona por hacerte esperar -me dijo Momo con una sonrisa-, es que, estábamos tan excitados que decidimos ir por una segunda ronda.
-... ¿La otra parte está bien? -pregunté al ver que no salía nadie más.
-¿Ah? Sí, sí. Pero dice que prefiere salir un poco después, porque sino se metería en problemas.
-¿Un profesor? -ante mi pregunta sólo sonrió: sí, era un profesor.
Llegamos a la cafetería, donde habíamos quedado con el chico llamado Guille y Shinichi pero ellos aún no habían llegado.
-Dime una cosa Takashi -dijo Momo. Le miré como haciéndole entender que disparara.
-¿Tú tendrías sexo conmigo? -dijo con una sonrisa pícara señalándose con el dedo índice la cara. Cuando procesé la pregunta, casi me da un paro cardíaco.
No era la primera vez que me lo decía, pero no podía evitar sorprenderme cada vez que me lo proponía. En momentos como ese, demostraba mis grandes dotes de actor, pues en vez de mostrarme emocionado, mi cara sólo expresaba indiferencia.
-Ya te he dicho que no estoy interesado ni en hombres ni en putas, así que mucho menos en ti.
-¡Buuuuuhhhh! ¡Eres malo Takashi! -refunfuñó con un puchero.
-Sólo soy sincero.
-Pero... me han dicho que eres muy bueno -comentó algo decepcionado.
-¿Quién te ha dicho eso? -pregunté curioso.
-Yumiko-chan -mi ex-novia.
-¡Te he dicho millones de veces que no te acuestes con mis ex! -le sermoneé.
-¡Aaah! ¡Pero no lo pude evitar, el pasto del vecino siempre es el más verde!
-Argh... cosas como estas me molestan porque yo voy en serio cuando salgo con ellas.
-Pero realmente me gustaría saber cómo es tener sexo con Takashi... -dijo con una mirada seductora-. Sólo un poquito ¿vale? Déjame probar.
-¡Ya te he dicho que no! Soy muy posesivo, no salgo con personas que juegan a dos bandos -protesté.
-¿Y con las que juegan a nueve? -preguntó sonriente.
-¡No hagas preguntas estúpidas!
-.... Takashi.. tú...
- Joder ¿Qué quieres? -pregunté enfadado.
-... ¿Quieres a..... Ciel? -su pregunta me pilló desprevenido. Idiota, al único que amaba era al puto que tenía delante.
-No seas tonto. Para mí es como un hermano pequeño -respondí quitándole importancia con la mano.
-Pero antes... os habéis ido juntos a hablar a un lado. ¡Eso me molesta! Me dejáis de lado, parece que no queréis tratarme como un amigo -yo desde luego que no quería que fuera sólo mi amigo.
-Tú... no hables como si fueras un mocoso.
-¿Te has acostado con él? -preguntó con la voz un poco temblorosa.
-Ya es suficiente... eres un idiota, aunque te lo dijera claramente no lo entenderías ¿verdad? Yo no soy como tú, no me acuesto con cualquiera que pasa -lo que salía de mis labios era verdad, no me acostaría con cualquiera, aunque estuviera deseando probar el cuerpo de Momo.
-Momo eres tú -proseguí- definitivamente no me acostaré contigo. ¿Entiendes? Las personas como tú, que lo hacen con cualquiera me hacen sentir tan sucio que no puedo mirarles -de todas formas daba igual lo que dijera, tan solo me mirarías y sonreirías como un idiota.
-... ¡Rayos! ¡Eres tan malo Takashi!-respondió con una estúpida sonrisa, tal y como había predicho- No tenías por qué decir eso... Realmente no tenías por qué …
Extrañado por el tono de su voz le miré, y creo que nunca me había sorprendido más: Momo estaba llorando.
-¡Ah! -gritó cuando la primera gota resbaló por su mejilla- Esto... -dijo mirándose las gotas que caían hasta sus manos sin creerse todavía que estuviese llorando- no... esto no es... esto... es... hic... esto no..... hic, hic. Ha.... hic. Sniff.
-Momo........ -no podía creerlo yo tampoco. Momo, el alegre, despreocupado e irresponsable Momo estaba llorando.
-Perdóname, fui demasiado lejos. Yo no creo que seas sucio ¿vale? -dije.
-¡¿POR QUÉ NO PUEDO SER YO?! Finalmente rompiste con Yumiko-chan. Yo pensé que era finalmente mi oportunidad de hacerte mío. No rechaces siempre mis confesiones... - “Ten sexo conmigo = Te amo” … Eso no era una confesión ¿no? Pensé sonrojado por tener a Momo llorando agarrado a mi hombro diciéndome que quería que fuera “suyo”. Pero si me confesaba yo también me tendría comiendo de su palma durante el resto de mi vida y, si llegábamos a algo, yo sería quién lo dirigiera.
-Momo...
-Sniff ¿Mh?
-¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste por detrás?
-¿Ah? Pues... creo que hace 3 días. ¿Por?
-Bien, aguanta otros 10 días. No te beses ni lo hagas con nadie. Si lo logras, me acostaré contigo.
-¡L-LO … LO HARÉ! ¡AGUANTARÉ LO QUE SEA!
-Ni siquiera con chicas -apunté.
-¿Tampoco puedo masturbarme? -preguntó con las mejillas aún sonrosadas.
-No.
-Pero ¿por qué tenemos que hacer una prueba de resistencia? -dijo con un gran puchero. Totalmente adorable.
-Porque si no -dije mientras me acercaba a él- no tendré ganas -cada vez más cerca, haciendo que abriera los ojos y me mirara emocionado- de metértelo por detrás.
-¡...! -y le pegué un leve mordisco en la mejilla mientras decía con lágrimas en los ojos:- Takashi... eres terrible...

Si no hacía eso, sería exactamente igual que los otros degenerados que perseguían a mi dulce Momo.



Cuando llegaron Shinichi y Guille y preguntaron por la marca de mordisco que tenía Momo en su mejilla tuve que ser yo el que se inventara una excusa, pues Momo estaba demasiado nervioso para responder.
Fue realmente divertido ver como cada vez que nos cruzábamos la mirada éste se ponía tan colorado que se veía obligado a mirar a otro lado. Me empezaba a gustar ese juego.
Pero a media tarde ocurrió algo realmente interesante:
estábamos en clase de biología y tuvimos que ponernos por parejas para mirar por los microscopios, y (obviamente), yo estaba con Momo, como siempre que teníamos biología. Pero esta vez fue más entretenido pues cada vez que nuestros codos se rozaban, nuestros ojos se cruzaban o nuestras manos se tocaban la cabeza de Momo se volvía un torbellino. Se mostraba nervioso y sus mejillas más coloradas que nunca, agachaba la cabeza y estaba claro que sufría estando a mi lado sin poder hacer nada. Y llamadme sádico, pero a mí ver cómo su deseo sexual se frustraba por mi culpa, me parecía muy divertido.
Hasta ahí todo normal, pero hubo un momento en el que estaba mirando embelesado la marca del mordisco de esta mañana (ahora cubierto por el rubor de sus mejillas), cuando de repente me pareció escuchar un gruñido. Pensé que había sido mi imaginación, así que seguí mirándole, pero lo volví a escuchar, y esta vez sí, miré hacia la ventana y casi me caigo de la silla cuando veo que Catherina, la alumna extranjera, estaba pegada al cristal, desde fuera, gruñéndome a mí.

-¿¡Pero cómo demonios...?! -dije, haciendo que toda la clase se girara provocando un grito general.
-¿¡CATHERINA?! -gritó Momo.
-¡Deja de molestar a Momo! -me gritó. Sonreí: así que era por eso.
-¡Catherina! ¿¡Cómo te has subido a la ventana?! -intervino esta vez el profesor abriendo la ventana contigua a la que estaba Catherina para ver si tenía algún cable sujetándola.
-¡Neko! ¡Vuelve ahora mismo a clase! -reconocí esa voz. Era la del nuevo profesor de música que, como bien sabía todo el colegio, se llevaba fatal con Catherina. Estaba asomado en la ventana de su clase, que era justo la que teníamos debajo.
-¡Que no me llames Neko! -gritó esta.
-¡Pues vuelve a clase! -replicó este cogiéndole de la pierna para hacer que bajara de nuevo a su respectiva aula.
-¡No! ¡Momo! ¡Ayuda! -se lo escuchó decir antes de desaparecer por la ventana.
Después de todo ese alboroto nos miramos y no pudimos hacer nada más que sonreír.


POV de Momo.

Aún no me creía lo que me había pasado, después de 5 años de amor no correspondido por fin podría tener a Takashi. Parecía un sueño imposible.

-Wow ¿te duele? -preguntó Ciel.
Se refería a la marca de bofetada que tenía en la mejilla.
-Sí... T.T -respondí tocándome la herida.
-¿Cómo te sucedió eso?
-Cancelé una cita de sexo con una chica de 3º y fui golpeado a causa de eso - “¡No me rechaces cuando tienes unas marcas de dientes perfectas en la mejilla puto!” dijo ella.
-¿Tú rechazaste una cita de sexo? Vaya, parece que esas cosas inusuales también suceden -comentó Alois, que también estaba presente.
-... Es un secreto -respondí yo recordando la promesa de esa mañana-. Un secreto entre Takashi y yo.
-Je,je. Suena como si hubiera un significado oculto -dijo con una sonrisa Ciel.
-Oye, no digas cosas que se puedan malinterpretar -dijo Takashi apareciendo de repente en escena con una bolsa de hielo que colocó en mi mejilla.
-¡Ouch!¡Frío...! -pero cuando me fijé mejor vi como Takashi se ponía el dedo índice sobre los labios, en señal de que guardara el secreto.
Ese simple gesto me hizo feliz, tremendamente feliz. Al fin tenía una historia con Takashi, incluso quizá algún día él se enamorara de mí. Porque ahora sí era posible. Ahora tenía una posibilidad de estar junto a él no como su mejor amigo, sino como su amante.

viernes, 23 de marzo de 2012

Capítulo 11: Cuanto antes.

POV de Catherina.

Allí me encontraba, gritándole al director como si hubiese cometido un pecado capital a pleno pulmón. Exigiéndole una respuesta que ya me había dado millones de veces pero que no estaba dispuesta a aceptar. ¿Y todo por qué? Bueno, ese mismo día (como todos los demás), estaba de mal humor porque los profesores no dejaban de llevarme la contra, pero toda esa frustración se desvaneció en cuanto recordé cuál era mi próxima clase: música.
¿Tal felicidad era posible? Pues claro que si, me sentía en el séptimo cielo cuando entraba en esa clase. Pero imaginaos mi sorpresa al entrar en el aula y ver que el asiento de la Sra. Miyakawa (o Sanko, como la llamaba yo), estaba ocupado por un chico de unos 25 años. Estaba rodeado por todas las chicas de clase y los chicos, en vez de sentirse celosos, parecían totalmente cómodos con él, incluso bromeaban entre ellos. ¿Qué estaba pasando allí y quién se creía aquel ser para sentarse en la silla de la gran Sanko Miyakawa?
Sonó el timbre, poniendo fin a mis preguntas pero dando comienzo a una guerra de dimensiones épicas.
Cuando ocupé mi sitio le pregunté a la chica de al lado:

-¿Quién es este?
-Oh, el sustituto de Miyakawa-sensei.
-¿¡El sustituto de quién?! -dije alarmada.
-¡Sí! ¿No es fantástico? Ya no tendremos que aguantar más a aquella arpía, además, el chaval está como un tren. ¡Es guapísimo! Y mucho más amable que la otra, eso sin contar que... -mi mente desconectó en el momento de oír “sustituto de Miyakawa-sensei”. Nadie podía sustituirla, era la mejor profesora de música que podría existir, ¡era imposible sustituirla!
-Buenos días chicos -dijo una voz que me sacó de mis cavilaciones. Era el tío que se creía lo suficientemente bueno como para desbancar a Sanko. ¡Tsk! Maldito.
-Como ya sabéis -prosiguió-, la Sra. Miyakawa ha tenido que darse de baja por motivos personales. Así que de aquí en adelante yo seré vuestro profesor de música.
-¡Me niego! -salté sin pensármelo. Me miró interrogante, como si no entendiera que aquello pudiese afectarme.
-¿Perdón? -preguntó incrédulo.
-Que me niego a que otra persona que no sea Sanko me imparta clases de música. ¡Ella es la mejor!
-... Creo que tú debes de ser Cat -me pilló totalmente desprevenida.
-¿Cómo sabes mi nombre? -pregunté casi en un gruñido.
-La Sra. Miyakawa me habló de ti y que te reconocería en seguida. Encantado Cat, puedes llamarme Illium.
-No me llames Cat. Tú no puedes llamarme así -dije a la defensiva.
-De acuerdo, ¿y cómo quiere que le llame su majestad? -respondió con un toque de desdén.
-Hum. Catherina Elisabeth Essel Cordilia Middleford -se quedó pensativo, y por cómo se le iluminó la mirada supe que tuvo una idea que no me iba a gustar ni un pelo.
-Ya se. Te llamaré Neko -no pude abrir más los ojos.
-¿¡Pero cómo demonios has llegado a eso!? -pregunté indignada mientras me miraba divertido y los demás se reían.
-Bueno pues... : de “Catherina” - “Cat”. “Cat” en inglés es “gato”, osease = Neko.
-¡No me llames así! -volví a gritar.
-Mmmmhh... Me pregunto si se puede castigar a una alumna por faltarle el respeto a un profesor...
-¿Por faltarle el respeto? Oh no, perdona, no te estoy faltando al respeto, te estoy diciendo que no me llames por ese ridículo nombre. Además, tú no puedes llamarte profesor. Profesora es Sanko, tú solo eres un chaval que no sabía que hacer para sacarse un dinero y ha decidido sustituir a la más grande de todas: Miyakawa Sanko -cuando terminé de hablar me di cuenta de que toda la clase estaba en silencio. Mierda, estaba segurísima de que ahora si que estaba...
-Castigada.

Así que, después de aquello fui a hablar con el director para exigirle una explicación, pero lo único que conseguí sacar es que aceptase el castigo sin rechistar.
Ese tal Illium me las iba a pagar. Oh... por supuesto que me las iba a pagar.


POV de Soubi.

JODER. Faltó tan poco... ¡tan poco! Si no me hubiese cerrado la puerta en las narices ni me hubiera gritado de aquella manera habría sido capaz de decírselo, pero no pude. Aquellos ojos tan dolidos, tristes y furiosos me paralizaron. Pero ahora me daba cuenta: tenía que haber insistido en que me abriera la puerta y hacerle que escuchara lo que siento. Pero ¿me habría prestado atención o me hubiese vuelto a echar? Mierda... ahora nunca lo sabría. Ya estaba hecho. Además, antes creía que tenía posibilidades pero en cuento lo vi con Alois semi desnudo me di cuenta de que me lo había imaginado todo, de que el único que sentía algo era yo, sino ¿por qué lo habría hecho con Alois? Porque estaba claro que se habían acostado juntos, y pensar que yo ni siquiera pude besar a otra persona porque él estaba demasiado presente en mis pensamientos y él en cambio podía acostarse con aquel extranjero repelente, hizo que mis esperanzas se derrumbaran. Caí en mi propia trampa y me enamoré de él.
Pero fui muy iluso al pensar que lo peor ya había pasado. Mi infierno sólo acababa de comenzar.
Tenía la intención de hablar con él cuando llegara a clases, o al menos hubiese hablado con él si le hubiese reconocido.
Le estaba esperando en la puerta del colegio cuando un murmullo general me sacó de mis pensamientos. Alcé la cabeza y lo que vi me dejó sin habla (como a todos los demás presentes):
el Ciel monótono y aburrido había cambiado su pelo negro por un blanco eléctrico; las gafas grandes que impedían ver la mitad de su cara, por dos perlas azuladas; la ropa dos tallas más grandes que la suya por prendas mucho más ligeras y llevaderas; y su aura sombría y asustadiza por una más pura, brillante y aparentemente inalcanzable.
Por un momento me pareció tocar el cielo, dejar de sentir el peso de mi cuerpo para quedarme a merced de sus palabras. Estaba frente a un ángel.
Pero toda felicidad desapareció cuando me di cuenta de quién le acompañaba. La persona que, en mi opinión, no debería haber nacido nunca.

-¿Ese es Ciel...?
-No puede ser, ¿cómo va a ser ese Usagiwa?
-Pero mira, mira. ¿No es esa su mochila?
-¡Oh, Dios mío...! ¡Es él!

Para mi desgracia yo no era el único que pensaba que aquel era el ser más maravilloso que jamás había existido. Antes de que diera este cambio tan radical puede que tuviese alguna oportunidad de enamorarlo, pero ahora, tendría a todo el colegio como rival. Mis oportunidades disminuían por momentos.

-¡¡¡UAAAAAAAAA!!! ¡KAWAI-KUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUN! -cuando me di cuenta, el chico que decía llamarse Momo estaba encima de Ciel.
-Menudo cambio Ciel-kun -dijo esta vez el otro chico que siempre le acompañaba. ¿Cómo se llamaba? Era...
-Gracias Takashi-kun -eso-. Mmh... ¿Momo? ¿Me puedes soltar ya?
-¿? ¡Ah! Sí, sí. Pero es que estás tan monoooo~♥
-Sí, sí. Todos sabemos que está adorable así que... FUERA MANOS -dijo de pronto Alois apartando a Momo de Ciel, como si le perteneciera...
-¡Buuuhh! -replicó Momo con un puchero.
-Tranquilo Alois, no pasa nada -se excusó Ciel mientras sonreía. Una sonrisa que sin duda hizo que todos los que la vieron se enamoraran de ella, hombres y mujeres. Lo que me enfureció aún más pensar que aquella sonrisa ya no era sólo mía, sino que la podía ver cualquiera. Pero sin duda, lo peor de todo, fue que Alois respondió a esa sonrisa con una abrazo. No lo pude soportar más, así que entré en escena.
-Ya está bien ¿no? -dije mientras cogía a Alois del cuello de la camisa por detrás y lo apartaba de Ciel.
-Soubi... -musitó Ciel nada más verme borrando la sonrisa de su rostro, mostrándose triste y dolido.
-Soubi, ¿cómo tienes la mano? No deberías hacer esfuerzos innecesarios, la herida podría volver a abrirse -dijo de pronto Alois soltándose de mi mano y pasando sus brazos por los hombros de Ciel.
-Es verdad. ¿Cómo va tu mano? -me preguntó Takashi.
-Bien -me limité a decir.
-Yo no diría bien. La enfermera dijo que casi te tienen que poner puntos -dijo una voz a mi espalda. Cuando me giré vi a un chico alto, de pelo castaño y sonrisa fácil.
-¿Y tú eres...? -preguntó Alois.
-¡Oh! No me he presentado. Podéis llamarme Guille.
-¿Guille? ¿Qué nombre es ese?
-Jeje, es que no es japonés.
-Es un nombre de origen germánico “wilhelm”. Se traduce como yelmo voluntarioso, su significado es "Aquel que es un protector decidido" -soltó Takashi como si fuera un libro de texto.
-Eh... Sí... -dijo el chico llamado Guille dudando en si tenía que agradecerle que le explicara lo que significaba su nombre o no.
-¿Y por qué te metes en nuestra conversación, “Guille”? -preguntó arrogante Alois.
-Bueno... es que soy el ayudante de la enfermera y la escuché decir que un chico había roto una ventana. Cuando me asomé y vi tu herida supe de inmediato que tuviste suerte de que no te cortara ninguna vena.
-¡Guau! ¿Vas a estudiar medicina? -preguntó Momo.
-No lo sé... probablemente sí. Se me da bastante bien y mi madre quiere que siga los pasos de mi padre -respondió con una voz un tanto triste.
-Aburriiiiido.... -susurró Alois lo suficientemente alto como para que el chico le oyera.
-¡Alois! -le reprendió Ciel.
-¡Oh, vamos! Estabas pensando lo mismo.
-Buenos días -dijo el recién llegado Shinichi.
-¡Shinichi! -gritó Momo al verlo, pero inmediatamente Takashi le tapó la boca.
-Buenos días Shinichi -saludé. Y pude ver perfectamente por el rabillo del ojo como Ciel apartaba la mirada cuando Shinichi se puso a mi lado. Parecía como si estuviese.... celoso. Pero eso no podía ser ¿verdad? Él ya tenía a Alois y... ¿verdad?


Fin POV de Soubi.

A pesar de que me prometí a mí mismo dejar de mirarle, no puedo evitar sentirme celoso cuando le veo con mi hermano. Son tan cercanos que me quema por dentro no poder ser yo el que esté junto a él. Y no me importa lo que piense todo el colegio sobre mi nuevo aspecto, lo único que me importa es saber qué piensa él de mi cambio. Pero ya no puedo preguntárselo, no después de cerrarle la puerta en las narices.

-Anda Guille, ¿qué haces tú aquí? -preguntó Shinichi.
-¿Lo conoces? -dijo Alois.
-Sí. Fui yo el que le presentó a Midori – Midori era la enfermera.
-Buenos días Usagiwa-sempai -saludó Guille.
-Te he dicho que me llames Shinichi -dijo cortésmente mi hermano.
-Ah, no no. A un sempai se le llama por su apellido.
-Anda, vámonos, que esto va para largo -me dijo Alois al oído tirando de mí.

Antes de llegar a la puerta eché una última mirada y cuál fue mi sorpresa al ver cómo Soubi me estaba mirando con una intensidad desconocida para mí. No supe cómo reaccionar, pues el hecho de que me estuviera mirando me hacía tremendamente feliz, pero que lo hiciera de aquella manera tan triste e impotente me dolió más que cualquier tortura. Me empecé a plantearme: ¿Hice bien en cerrarle la puerta o tenía que haberle escuchado?
Pero justo cuando iba a acercarme para disculparme, él giró la cabeza, un gesto que me devolvió a la realidad: yo era el único que sentía esto, y todo lo que hiciera él, no tenía por qué ser malinterpretado a mi conveniencia.
Dolido, me dirigí a mi clase para olvidar lo que acababa de ver.

Así que... ¿aquello era lo que se sentía siendo acosado por todas las chicas del colegio...?
Era muy desagradable. No me importaba ninguna de ellas, sólo quería ver a Soubi... a pesar de haber sido yo el que le dijo que me dejara en paz, pero ¿él querría verme a mí? Después de todo le insulté a la cara. Pero es que él jugó conmigo y con mis sentimientos, y no estaba dispuesto a dejar que lo hicieran por segunda vez. Y como no sabía qué hacer... se lo pregunté a la única persona que sería totalmente imparcial: Takashi.

-Mmmh... Takashi. ¿Puedo hablar un momento contigo? -le dije cuando Momo estaba hablando con otro chico.
-Claro. ¿De qué se trata? -preguntó con una sonrisa.
-Mhh... en... privado.
-Te sigo.
Le dirigí por los pasillos hasta el piso de abajo, a un sitio en el que seguro no seríamos interrumpidos.
-Dime.
-B-bueno, yo..... Quería saber si... Cuando te gusta alguien...
-¿Qué ha hecho Soubi? -preguntó resignado.
-¿¡Qué!? ¡No! No, él no ha hecho nada, he sido yo el que... un momento. ¿Tanto se nota?
-Hum. Él único que parece no haberse dado cuenta es Soubi.
-P-pero... yo a él no le gusto... no tendría por qué darse cuenta... -musité cabizbajo.
-Ciel -levanté la cabeza-. Las únicas personas que no os habéis dado cuenta de que os gustáis mutuamente sois vosotros dos. Y sea lo que sea que hayas hecho, estoy seguro de que estará encantado de perdonarte
-... pero le grité a la cara que se alejara de mí, que me dejara en paz. Seguro que ya no quiere ni dirigirme la palabra.
-Ciel.... Realmente eres inocente -dijo acariciándome la cabeza.
-¿...? -le miré interrogante.
-No me cabe ninguna duda de que si vas a hablar con él y le explicas que lo que le dijiste no iba en serio (y le confiesas de una vez lo que sientes por él), no tendrá ningún reparo en perdonarte.
-...¿Tú crees?
-Hazme caso -me animó con una sonrisa.
El daño ya estaba hecho. Lo peor que me podía pasar era que me dejara de hablar, y ya lo estaba haciendo, así que ¿por qué no intentarlo?
-Gracias Takashi-kun -le sonreía agradecidamente y me fui a buscar a Soubi.

“Soubi, por favor, por favor. Sigue pensando en mí hasta que llegue. Sólo no cambies en lo que tardo en llegar a ti. Espérame”
Y con estos pensamientos en mente, crucé el colegio en busca de la última oportunidad que tenía de decirle lo que sentía a Soubi, porque estaba seguro de que si no lo hacía cuanto antes, sería demasiado tarde.

martes, 6 de marzo de 2012

Capítulo 10: Simplemente perfecto.

POV de Alois.

...
¿Qué coño acababa de pasar?
¿Ciel y Soubi peleados? ¿Ciel enfadado? ¿Soubi echado fuera de casa? Y lo más raro de todo...

-¡ALOIS!¡COGE ALGO DE MI ROPA, NOS VAMOS YA!

¡¿Un Ciel mandón?!
Definitivamente el mundo acabaría pronto.
Cuando salimos, intenté ver algo del Ciel que yo recordaba en la persona que tenía delante, pero nada me indicaba que el delicado y frágil Ciel estuviese ahí dentro. Pues el ser que tenía delante emanaba una fuerza y una furia que aumentaban por momentos. Aquel no era el Ciel que yo conocía, y aunque era genial que ya no le tuviera miedo a su aspecto, me asustaba sólo la idea de que lo hubiese perdido para siempre, de que toda aquella pureza que tanto amaba se hubiese esfumado dejando sólo una cáscara resentida y rencorosa. Pero lo que más temía, es que aquello pudiese haber pasado por mi culpa.
Simplemente en cuanto vi a Soubi enfadado y celoso, me dije a mí mismo que tenía que aprovechar la situación, así que se me ocurrió hablar con Ciel sobre temas que pudieran tener una segunda interpretación para que este se enfureciera y soltara de una maldita vez lo que sentía por Ciel, pero no conté con que Ciel se enojaría antes que Soubi, destruyendo por completo la confesión que estaba a punto de realizar Soubi.
Temía que mi plan hubiese llevado demasiado lejos los celos de Soubi convirtiéndolos en odio.
Tamía que al descubrirlo Ciel dejara de hablarme.
Temía que aquello no fuera un sueño y estuviera pasando de verdad.

-Ciel... ¿estás bien? -pregunté al ver como este mantenía una expresión dura y seria (sin llegar a resultar amenazante) en su rostro nada habitual en él.
-Claro, ¿por? -respondió cambiando totalmente de expresión a una más relajada y normal en él.
Estuve a punto de gritarle: ¿¡CÓMO QUE POR?! ¡PORQUE HAS ECHADO DE TU CASA AL AMOR DE TU VIDA JUSTO CUANDO ESTABA A PUNTO DE CONFESARSE!
-No, por nada.

Al llegar al complejo comercial, Ciel quedó maravillado. Aunque su familia tenía mucho dinero, él no estaba acostumbrado a ir al centro, donde estaban las tiendas más lujosas, caras y famosas. Cada esquina, cada calle, cada rincón estaba cubierto por una tienda... ¡Cómo amaba ir de tiendas! Ah... cuánto tiempo sin ese sentimiento. En fin, tenía que centrarme, estábamos allí por Ciel, no por mí.
Aunque alguna que otra cosa sí me compraría... pero sólo alguna que otra cosa ( ¬ ¬ ).

-Alois... -miré a Ciel, quje ahora parecía tan indefenso como antes de la pelea.
-¿Qué te pasa? -pregunté tratando de disimular una sonrisa.
-... yo... no sé por dónde empezar... -dijo mirando a todas las tiendas que alcanzaba a ver.
-¡Para eso estoy yo aquí! Prepárate. Nunca vas a acabar tan cansado como hoy -dicho esto, le cogí por la manga y lo llevé por todos los sitios en los que seguro habría ropa... adecuada a su nuevo look.

Empezamos por "MENTHA" (mi tienda favorita). Nada más entrar y ver todos aquellos pantalones negros, grises, blancos; desgarrados, con tachuelas, con cadenas; holgados, ajustados, rectos y muy, sugerentes. Camisetas de todos los colores; lisas, con estampados, a varios colores; con adronos, con rotos, dobles y muy, muy modernas. Botas, zapatos, sandalias, gorras, cinturones, pulseras, colgantes, anillos, ... ¡PERO QUÉ PARAÍSO!
Tardamos más de hora y media en decidirnos (aunque si no llega a ser porque soy muy rápido nos podríamos haber tirado allí 7 horas). Se llevó: tres pares de pantalones (unos negros vaqueros de corte recto con tachuelas en los bolsillos, otros blancos con unas cadenas en una cadera y los últimos azules a juego con sus ojos), cinco camisetas (una de manga larga holgada azul claro que debaja un hombro al descubierto, otra ajustada negra de tirantes, una de cuello vuelto sin mangas ajustada negra también, otra que simulaban dos camisetas cosidas: una de manga corta y la otra de tirantes, de manera que se superponían pareciendo que eran dos diferentes. En esta la de tirantes era negra y la de manga corta a rallas rojas y blancas. Y la última una holgada de color salmón en la que se podía leer : "Little Bad Boy ♥ "), dos cinturones, dos pares de zapatillas (unas de tela negra con los cordones negros y azules, y las otras de tela roja), dos gorros (uno azul claro con una cinta blanca y otro blanco con una cinta negra) y dos bufandas (una blanca y otra azul claro).
...
¿Está claro ya que el azul es su color? Vale, por si acaso.

-¡Uff! No sabía que ir de compras eran tan agotador! -dijo con un suspiro frotándose el lumbar.
-Ni que fueras un viejo de 80 años.
-¡Es que no esoty acostumbrado! Menos mal que ya tengo suficiente ropa.
-¿Estás de coña? Acabamos de empezar -y ver la cara de horror de Ciel sólo me hizo soltar una carcajada.

A esta tienda le siguieron seis más: una de bañadores (donde le compramos una par de sandalias y tres bañadores), una de zapatos (de vestir, de deporte, para salir, para lucir,... ), otra de accesorios (una persona sin accesorios no es una persona, es un simple decorado. Por eso me encargué de comprarle pañuelos, bufandas, corbatas [amo las corbatas], más gorros, alguna pulsera y collar y [para mí] un anillo con un rubí), una de ropa deportiva, otra de ropa elegante (lugar en el que le compré camisas, chaquetas, chalecos, pantalones y corbatas [cómo no]) y también pasamos por una tienda más normalita. A mí no me llamó mucho la atención, pero Ciel se quedó mirando un jersey del escaparate, así que entramos, y me soprendí al descubrir que casi todo lo de allí le quedaba bien. Ponchos, abrigos, jerseys, camisetas de manga larga y camisetas de cuello vuelto, guantes, gorros y multitud de ropa de colores pastel que inesperadamente le quedaban perfectas con su tono de piel. Salió de allí cono una muñequita: con un jersey holgado blanco marfil que le dejaba ver gran parte de sus hombros, unos pantalones marrones claros, unas botas beige oscuro y una sonrisa adorable. Menos mal que me había equivocado: Ciel seguía siendo Ciel.

-Por favor, dime que nos vamos ya -me dijo tocándose los ojos por debajo de las gafas a causa del cansancio. Estuve a punto de contestarle, pero entonces se quitó las gafas y bostezó. ¡Por Dios! ¡Pero si era más mono que un conejito bebé!
-¡KYYAAAAAA!! -me lancé encima suya. A ver: había estado toda la tarde viéndole salir y entrar de millones de provadores con ropa de todo tipo y ahora bostezaba de esa manera.... uno tiene un límite ¿sabes?
-¡WUAAAAA!¡Un poco de cuidado! -dijo ya en el suelo.
-Ok, ok. Ya pasó -dije levantándome.
-Bueno, contéstame. ¿Qué nos queda?
-Solamente dos cosas -conesté levantando el índice y el corazón.
-Buff.... Menos mal. ¿A cuál vamos primero?
-A esa- dije señalando una óptica.

Al final estuvimos de acuerdo con que a veces le podía apetecer ir con gafas en vez de con lentillas. Así que permití que se comprara un par de gafas pero con la condición de que las eligiera yo. Estuve viendo varios modelos, hasta que me decanté por unas de pasta de montura fina rectangulares de color rojo.
Pero sin duda la última parada fue mi favorita: salón de belleza. Hacía tiempo que no me cortaba las puntas, quizás aquella era una buena ocasión.

-Alois... ¿qué hacemos aquí?
-¡Bienvenidos! -nos dimos la vuelta, y ambos tuvimos que retroceder al vernos embestidos por una trabajadora- ¡Ups! ¡Perdón! Jeje, ¿en qué puedo ayudarles?

La chica no era ni muy alta ni muy baja, pero muy mona. Tenía el pelo castaño recogido en una trenza MUY elaborada que le llegaba hasta por debajo de la cadera. Sus ojos castaño oscuro irradiaban interés y brillaban con una intensidad cegadora, casi dolorosa. Su rostro estaba adornado por una gran y sincera sonrisa y toda ella emanaba energía. Sin duda una chica optimista, despreocupada y alegre, totalmente feliz... No me iba a caer muy bien.

-Sí -respondí con una falsa sonrisa que Ciel supo captar inmediatamente-, yo vengo a cortarme un poco las puntas y él... bueno, vamos a hacerle un cambio de look.
-¡NYA! ¡Me encantan los cambios de look! De acuerdo -dijo poniéndoese repentinamente seria-, veamos con lo que tengo que trabajar -dijo quitándole las gafas, pues Ciel aún no estaba acostumbrado a las lentillas y las otras gafas tardarían un día en estar hechas.
Cuando la chica le quitó las gafas simplemente pareció un gatito a punto de atrapar a su presa: se le dilataron las pupilas, le brillaron más los ojos (si eso era posible), le tamblaron los labios y se lanzó contra Ciel.
-¡¡¡¡¡Pero que mmmmoonoo!!!!!! ¡¿Pero tu has visto que ricura?! -me dijo mientras me enseñaba la cara de Ciel. Ante esto sólo pude reír porque estaba de acuerdo: Ciel era dorable.
-Bien -dijo de pronto la chica-. Cariño, voy a hacer que quedes perfecto.

Le expliqué un poco por encima lo que quería: que le quitara el tinte del pelo para que volviera a tomar su color blanquicino, que le quitara las puntas abiertas y que le arreglara el corte. No esperaba mucho de aquella chica. Parecía bastante patosa y despistada, pero en el momento en el que se puso manos a la obra, su aura cambió totalmente.
Pasó de torpe y simple, a una estilista profesional. Esa chica llevaba en la sangre el arte de arreglar el cabello. Manejaba las tijeras con una fluidez y rapideza que parecía que en cualquier momento se le escaparían de las manos, pero en cambio, recortaba, perfilaba, igualaba y perfeccionaba cada parte del pelo de Ciel. De hecho, parecía otra persona cuando cogía las tijeras, parecía una diosa. Era simplemente increíble la manera en que se manejaba en aquel entorno: era una peluquera extraordinaria.
Cuando terminó con Ciel... casi no lo reconocí.
Pelo blanco que parecía formar parte de su pálida tez. Sus ojos lapislazuli puros e inocentes, clavados en mí. Los mechones que le caían estratégicamente sobre éstos, la manera en la que cada pelo, cada textura se entretegía en su cabeza, haciéndole parecer un verdadero ángel. Ahora su aspecto era totalmente diferente al de cuando entró por la puerta. Había pasado del pelo negro y sin vida al más brillante y espectacular blanco que se haya visto jamás, tan fresco y fino que hacía que la luz se reflejara en ellos hacia todas las direcciones posibles. Por el amor de Buda... era el Ciel de mis recuerdos. El ángel de mi memoria que con tan sólo una sonrisa podría hacer caer en el pecado a todos los hombres de la Tierra. Ahí estaba, delante mía, dispuesto a cambiar su vida así como lo había hecho con su aspecto. Ciel era hermoso.

-Alois... ¿qué pasa? ¿Tan mal me veo? -preguntó con pánico en la voz.
-No Ciel, no te preocupes, estás perfecto. Simplemente perfecto.

lunes, 5 de marzo de 2012

Capítulo 9: Hasta nunca Ciel.

No dejé de derramar lágrimas durante todo lo que duró el trayecto desde nuestro colegio al centro comercial. Sentía rabia, tristeza, traición y dolor, tanto dolor que creía que me desgarraría el alma. Había sido un estúpido al pensar que yo era algo especial, cuando en realidad no era más que un juguete con el que llenar su tiempo libre. ¿Amor?¿Felices para siempre? Eso no existe. Sólo es una estúpida frase para que las parejas engañadas gasten su dinero el día de San Valentín. Todo una sucia y rastrera mentira.
Por eso tomé la decisión: si no iba a conseguir el corazón de Soubi, entonces no importaba lo que pensara de mí ¿verdad? Podría mostrar mi verdadera apariencia sin miedo a que me juzgara o me despreciara, porque el no me amaba, y yo debía de dejar de amarlo a él.

Cuando llegamos a los grandes almacenes, me di cuenta de un pequeño detalle:

-Alois... no tengo dinero -me había dejado la cartera en casa. Lo único que llevaba en los bolsillos eran 500 yenes y un pañuelo de papel. ¿Cómo iba a comprar las cosas que según Alois me hacían falta para mi transformación?
-Tranquilo, puedes cogerlo cuando lleguemos a tu casa.
-¿Pero no íbamos a comprar ropa?
-No, primero quiero ver lo que tienes en tu armario, para ver si eres un caso grave o gravísimo. ¿Y qué te piensas? ¿Que vas a poder encontrar ropa adecuada en unos grandes almacenes?
-Pero aquí es donde la compro siempre -me defendí.
-Ese es el problema -dijo entrando por la puerta de los grandes almacenes-, no puedes comprar un atuendo bueno si vienes a sitios como este.
-¿Entonces qué hacemos aquí? -dije acelerando un poco el paso para alcanzarle.
-¿Mmh? ¡Ah! Es que me apetecía un polo de melón -casi me caigo al suelo cuando me dijo eso.
-¡¿Me estás diciendo que hemos ido en dirección opuesta a mi casa sólo porque querías un maldito helado?!
-Un polo de melón.
-¡Lo que sea! -dije extasiado.
-... -se quedó callado. Sólo me miraba.
-¿...q-qué pasa?
-Nada, sólo pensaba que incluso enfadado te ves lindo ^.^
-Arrgh... Compra ya tu maldito polo y vamos a casa.

De camino a casa tuvimos varios problemas con el polo, pues parecía que Alois era incapaz de comérselo sin ponerse (y ponerme) perdido. Por lo que terminamos lavando toda nuestra ropa al llegar a mi casa.

-¿Y tus padres? -preguntó Alois mientras se quitaba su camiseta. Vale, era Alois, pero no pude evitar sonrojarme al pensar que alguien se estaba desnudando delante mía.
-M-mi padre está entregando un trabajo en la otra parte de la ciudad, y mi madre tenía una sesión de fotos con él, así que se han ido juntos.
-Es verdad, que tu padre era fotógrafo y tu madre modelo... ¿así se conocieron no? -dijo mientras me pasaba la ropa sucia.
-Sí...- respondí esbozando una sonrisa-. Y aún siguen trabajando juntos. Mi madre dice que no piensa dejar que otra persona que no sea mi padre le haga fotos.
-Ya veo... … Ciel.
-¿Sí? -dije mientras me agachaba para meter la ropa en la lavadora.
-Tu punto débil era la espalda y los hombros ¿verdad?
-Sí... -respondí avergonzado al recordar cómo perdía las fuerzas sólo con que alguien me tocara allí-... ¿por qué lo preguntas?
Pero en vez de responder, recorrió la longitud de mi espalda con un roce de sus yemas, desde mis hombros hasta mi cintura.
-¡UA, UA, UA! -grité sin pensar.
-¡JAJAJAJA! ¡HACÍA TIEMPO QUE NO PONÍAS ESA CARA! JAJAJAJAJAJA -dijo en el suelo cogiéndose el estómago por el dolor que le causaba la risa.
-¡No hagas eso! Mierda, mira, ahora estoy temblando -señalé mis piernas con un dedo mostrándole que lo decía en serio.
-¡Jajajajaa! Lo siento pero es que era demasiado tentador. -dijo esta vez intentando incorporarse, pero se lo impedí pasando un pie por debajo de los suyos, provocando que perdiera el equilibrio y cayera al suelo de nuevo.
-¡Auch! ¿Qué es esto? ¿La venganza? -preguntó con una sonrisa impertinente.
-Más o menos -pero mis palabras se vieron ahogadas por el sonido del timbre.
-¿Esperas visita?
-No... A lo mejor Shinichi se ha enterado de que me he ido y está preocupado. Habrá venido a casa a ver si estoy aquí.
-Seguro, pero quítate las gafas, tienes una mancha de polo de melón.
-¿Y de quién es la culpa? -me excusé ofendido mientras se las daba para que las limpiara.

Como no pensaba que fuera nadie desconocido, no me molesté en ponerme una camiseta, y abrí la puerta con mi cuerpo únicamente cubierto por los pantalones desabrochados. Pero casi pego un grito cuando unos ojos negros, fieros y penetrantes se clavaron en los míos haciendo que me sintiera culpable de algo que realmente no había hecho. Mi intención fue cerrar la puerta inmediatamente, pero la persona que tenía delante mía puso un pie en medio impidiendo que diera un portazo. Y mientras que con su pie mantenía una ranura, con la mano abrió lo que quedaba adentrándose en la estancia.

-..S-soubi... -musité.

Pero este no dijo nada, sino que me siguió mirando como si hubiese cometido un delito del que no era consciente.

-¿Está él? -preguntó. No supe a qué se refería. ¿Él? ¿Quién era él?
-Cieeeeeel~♥ Ya he limpiado tus gafaaaasss ♪ -canturreó Alois mientras salía de la cocina para venir a la entrada. Llevaba las gafas puestas y miraba en todas direcciones como intentando acostumbrarse a ellas. Pero cuando vio a Soubi su expresión cambió totalmente, como si la mejor idea que hubiese tenido en su vida se le hubiese ocurrido en aquel preciso momento.
-¿Soubi? ¿No tienes clase? -dijo mientras se acercaba a nosotros y se enganchaba en mi cuello por detrás.
-... tenía, pero me han echado lo que queda de día -dijo con un tono de voz que podría congelar el mismísimo infierno.
-¿Te han echado?
-He roto una ventana -al decir esto, me fijé en que una de sus manos estaba cubierta por una venda, lo que hizo que una alarma se encendiera dentro de mí, pero me paré en seco ¿por qué sentía lástima por él? Que no la hubiese roto.
-Jajajaja, no me extraña que te echaran. ¡Ah! Toma, Ciel, tus gafas -dijo mientras se las quitaba.
-Ah, gracias -respondía poniéndomelas.
-Me debes una, la mancha estaba muy pegajosa, me ha costado mucho de quitar.
-¿Y quién la ha manchado? -le dije muy enfadado.
-Jeje, perdón, perdón. Prometo que la próxima vez tendré más cuidado con la dirección en la que apunto.
-¿¡Podríais dejar de hablar de esa cosas cuando estoy delante!? -miré inmediatamente a Soubi, ¿pero qué demonios le pasaba?
-¿Perdona? Ni que estuviéramos hablando de algo sucio -dijo Alois ofendido.
-¡Tsk! Eres asqueroso -respondió Soubi con desprecio-, no quiero seguir viendo esto -dijo mientras se iba por la puerta. Pero ya era suficiente. Me usaba, me rechazaba, insultaba a Alois y toso porque quería pasar el rato.
En ese momento, en el que Soubi intentó irse después de haber insultado a Alois y quedarse tan tranquilo, algo dentro de mí se rompió, haciendo brotar una furia y una rabia de la que desconocía hasta ese momento. Le amaba, pero no por eso iba a dejar que jugara conmigo ni con Alois.Ya estaba harto. Era hora de que expulsara la tristeza y el dolor que me habían causado sus acciones.

-¡¿Quién es el asqueroso aquí?! -le grité sin pensar. Al girarse su cara mostraba el mayor desconcierto que pueda mostrar un ser humano.
-¿...Qué?
-¡La única persona que no puede decir eso aquí eres tú, pues nunca he visto nunca a un ser tan asqueroso como tú!
-¿Qué es lo que has dicho? -dijo con el tono de voz un poco más duro y mirándome totalmente girado.
-¿Es que ahora estás sordo? ¡He dicho que eres una persona repulsiva!
-¿Y lo dices tú?
-¿Qué se supone que he hecho?
-¿Estás medio desnudo con un chico en tu casa a SOLAS y aún tienes la cara de preguntarlo?
-No des por hecho algo de lo que no tienes ni idea -gruñí sin separar casi los dientes.
-¿Y qué quieres que piense? ¿Que estáis jugando al ajedrez? ¡Venga por favor! No intentes disimular algo obvio.
-¡¿Y a ti qué te importa que esté a solas con un chico en mi casa?!
-¡PORQUE TÚ ME IMPORTAS IDIOTA!
-... q-que yo... ¿que yo te importo? -tartamudeé con una risa de incredulidad jocosa.
-¿Es que a caso no te habías dado cuenta? ¿Creés que haría todo lo que hago si no me importaras?
-¿Te refieres a besar chicas en medio del pasillo?
-¿Besar? ¿De que demonios estás...? Oh, ¡mierda! -había dado de pleno. Aquello me dolió más que cualquier cosa. Podría haberlo negado, pero no lo hizo. Podría haber dicho que le estaba quitando algo del ojo. Podría haber dicho que todo era un malentendido. Pero no lo dijo. Simplemente me miraba, sin saber qué decir, como si hubiese descubierto su máscara perfecta.
-Fuera... -murmuré.
-Ciel,... eso no era...
-¡FUERA! ¡NO VUELVAS A ACERCARTE A MÍ! ¡SI TAN SÓLO ME QUIERES PARA JUGAR BÚSCATE A OTRA PERSONA PORQUE CUALQUIERA ESTÁ BIEN PARA TI ¿VERDAD?! ¡CUALQUIERA QUE ESTÉ DISPUESTA A ACOSTARSE CONTIGO CUANDO A TI TE DE LA GANA TE SIRVE! ¡ASÍ QUE DÉJAME EN PAZ!
-¡Ciel! No lo entiendes, en verdad yo te q...
-¡CÁLLATE! ¡ESTOY HARTO DE MENTIRAS Y ESPERANZAS FALSAS! ¡TAN SÓLO DÉJAME DE UNA MALDITA VEZ!

Dicho esto, le empujé fuera y le cerré la puerta en las narices. Con aquel simple gesto también se fue mi inocencia, mi ingenuidad y mi esperanza. Fue ahí cuando cambié y dejé de ser “Ciel el nerd” para volver a ser “Ciel el extranjero”. No volví a ser crédulo y manejable. Me convertí en alguien que deseaba más que nada mostrarle al mundo cómo era, y sobre todas las cosas, me transformé en una persona que no llora porque el amor de su vida lo estuviese utilizando.
Era nuevo y mejor. Nadie me pisotearía ni entraría en mi corazón, porque cada vez que alguien lo había hecho, había vuelto mi vida miserable.
En ese momento me di cuenta: el amor no estaba hecho para mí.

sábado, 3 de marzo de 2012

Capítulo 8: ¡Muéstrame como soy!

¿14? No... 24, 24 veces me había dicho Alois “¡Déjame mostrarte tal y como eres!”
Está obsesionado con que le enseñe a la gente cómo soy realmente. Incluso me ha enseñado varios folletos de tiendas de ropa y de peluquerías a las que podría ir, pero sinceramente, ¿para qué quiero que la gente me vea? ¿Para que se vuelva a burlar de mí? No, no quiero que lo vuelvan a hacer, y menos ahora que hay una persona que me importa lo que piense. Por eso, cuando estábamos en clase hablando de cuántos idiomas sabía, aún teniendo a Alois tan cerca de mí, me era imposible sentirme a gusto con Soubi a mi lado, porque era evidente que me estaba ignorando, y aunque Alois tratara de confortarme con sus brazos, seguía prefiriendo los de Soubi mil veces más.
Tenía que arreglar aquello. ¿Primero me acosa, luego pasa de mí, después me hace eso en la clase y al final vuelve a ser indiferente? Tenía que preguntarle por qué hacía esas cosas, si había un motivo detrás de todo aquello y, si realmente lo había, saber si era el mismo que el mío: amor. Pues me resultaba extremadamente difícil de creer que me tratara así. Por eso, en cuanto vi que Soubi salía de la clase, unos segundos después puse una excusa como que tenía que ir al baño o que me habían pedido unos recados, la cuestión es que quería estar a solas con él y poder preguntarle.
Pero olvidé que era mucho más rápido que yo, que se conocía la escuela mejor que yo y que no sabía que dirección había tomado, así que estuve dando vueltas un buen rato, hasta que al cruzar una esquina, lo vi. Inconscientemente fui hacia él, pero al comprobar que ya estaba hablando con alguien más, frené en seco y como un acto reflejo, me escondí en la parte de la esquina en la que no me podían ver. Pensé en irme y dejarlo para otro momento, pero una risa me detuvo. La persona con la que estaba hablando Soubi era una chica. ¿Y? ¿Es que todas las chicas eran mis enemigas ahora sólo porque hablaran con él? Era una tontería, pero realmente quise saber qué era lo que decían.
Asomé un poco mi cabeza y casi pego un grito al observar a una belleza como aquella: esbelta con el pelo largo y castaño, con un recogido muy elaborado que le hacía la cara más ovalada. La piel pálida y los labios rosados, pestañas largas y voluminosas y tremendamente hermosa además de alegre. Lo opuesto a mí. Pero lo que de verdad dolía era ver como Soubi correspondía a sus coqueteos con sonrisas y miradas seductoras.

-Hacía tiempo que no me invitabas a tu casa -su voz también era hermosa.

“Tu casa”. Osea que ya había estado allí antes, varias veces, en cambio yo lo único que tenía era un tocamiento apresurado en el pupitre de un desconocido. Eso dolía.

-Es verdad, mi cama te echa de menos, y yo también.

Pero aquello dolía más. Ver como Soubi cogía a esa chica por la cintura acercándola cada vez más y más, lenta y sensualmente hasta que …
Eché a correr, no podía ver aquello, y no podía dejar que Soubi me descubriera espiándole mientras lloraba, eso sería penoso.
Llegué a clase con los ojos enrojecidos a causa de que aún tenía ganas de llorar, agradeciendo que las gafas taparan parte de mi rostro y que las lágrimas que escurrían por mis mejillas pasaran desapercibidas. Agarré a Alois por el brazo y lo saqué fuera de clase: la primera y no la última vez que haría pellas aquel año. No podía soportar quedarme por más tiempo en el edificio donde Soubi se estaba besando con otra persona, planeando otro encuentro en su casa, para continuar recorriendo sus cuerpos con los ajenos.

-¡Oye,oye! ¿Se puede saber qué demonios te pasa? -preguntó Alois intentando frenarme, pero no se lo consentí y seguí tirando de él hasta que llegamos a las puertas del instituto.
-¡Ciel! -volvió a gritar. Paré en seco y lo agarré por los hombros, me quité las gafas y, aún con lágrimas en los ojos, expulsé en una sola mirada toda la rabia, el odio y la furia que había hecho crecer en mí el beso de Soubi con aquella persona.
-Alois, muéstrame tal y como soy.



POV de Soubi.

-Para, para … No puedo -le dije a Sakura a tan sólo unos milímetro de mi boca.
-¿En serio? ¿TÚ le estás diciendo a unos labios que NO? ¿...estás enamorado de alguien? -preguntó casi incrédula. Pero yo mismo me había ganado esa reputación de mujeriego. El típico hombre que le da igual la persona con quien se vaya a acostar mientras le de placer, hombre o mujer, mayor o joven, virgen o experto. Para mí todos eran iguales... hasta que llegó él.
-... Por extraño que parezca... creo que sí -admití avergonzado.
-... pobrecito del que te hayas enamorado... lo vas a hacer sufrir mucho.
-Tampoco soy tan malo -me defendí ofendido.
-Es que tú mismo no ves cómo eres, pero realmente deberías tener cuidado si no quieres lastimarle. Puedes hacer mucho daño sin darte cuenta.
-Exageras.
-Soubi -se puso seria-, no exagero, y lo sabes. … Pero me alegro mucho por ti, ya era hora de que encontraras a alguien. Pero no te perdonaré que me hayas llamado para nada, deberás pagar las consecuencias.
-Argh, las malditas consecuencias... Está bien -dije mostrándole mi cara-,adelante pero no muy fuerte por favor.
-Tranquilo, no te dolerá, ya estás inmunizado -respondió con una sonrisa antes de soltarme una sonora bofetada.
-¿Suficiente? -pregunté tocando la mejilla que había recibido el impacto.
-Sip. Bueno, me voy a ver que está haciendo Sawada-san. ¡Ciao~♥!

Me rompe el corazón. Me pone celoso. Me hace impotente frente a otras personas que no sea él. … Por favor, que lo siguiente no sea convertirme en su esclavo.
Me apoyé en el marco de la ventana y me di cuenta que, desde que apareció en mi vida, cada vez que había besado o tocado a alguien, en mi mente sólo estaba su rostro, el de nadie más. Tenía que hablar con él, decirle lo que sentía, y aunque estuviese con Alois, luchar por la única esperanza que tenía de estar con él. Aunque fuera mínima, debía de existir alguna.
Pero todo el valor que reuní para decirle todo el amor que él había metido en mi corazón, se evaporó en cuanto lo vi correr con Alois fuera del colegio. ¿Pellas? ¿Con Alois? Ellos dos solos.
¡MALDITO CRÍO!
Cuando me quise dar cuenta, ya había roto la ventana.

Capítulo 7: ¡Deja de intentar olvidarme, mírame!

POV de Soubi.

El tacto de su piel bajo mis manos, el roce de sus labios sobre mi boca, la humedad de su lengua contra mi paladar, las lágrimas que intentaba retener pero que irremediablemente acababan deslizándose por sus rosadas mejillas. Los recuerdos de aquella vez no dejaban de atormentarme día y noche, desgarrándome de un deseo y una lujuria que no serían satisfechos.
“No volveré a tocarte. Ya no.” ¿Tan testarudo era que lo estaba cumpliendo a rajatabla? Sí, yo era así de idiota. Tan masoquista como para seguir mirándole cuando estaba en compañía de Alois, en sus brazos, y no en los míos. Pero no pensaba perseguir a alguien que no estaba interesado en mí, eso sí que no, porque si me amara como (desgraciadamente) yo lo amaba a él, no seguiría con Alois, permitiéndole estar tan cerca y dejándole invadir su espacio vital cuando a mí ni siquiera podía mirarme a la cara cuando me hablaba. No pensaba perseguir a alguien que ya tuviese a otro en su corazón, porque él estaba con Alois, ¿verdad?

Fin POV de Soubi.


Nueve días, nueve días en los que ni siquiera pude mirar a Soubi sin recordar lo que me hizo y lo mucho que lo disfruté, además de las ganas irracionales que sentía de que lo volviera a hacer. ¿Tal vez en un receso?¿Después de clases?¿Antes?¿Durante? Pensamientos inútiles para una persona inútil: Soubi no se volvió a acercar a mí desde que pasó aquello, ni siquiera me miraba cuando nos juntábamos para hablar y me cedían el turno de la palabra. Para él yo no existía y no podía evitar querer morirme antes que seguir sufriendo su indiferencia. Prefería que me odiara, incluso que me despreciara, pues eso significaría que le importaba lo suficiente como para tomarse la molestia de percatarse de mi existencia. Pero eso no era así y ahora estaba más lejos que nunca de entrar en su corazón. Aunque aquello por fin me hizo darme cuenta de que una persona tan aburrida y sosa como yo nunca podría aspirar a alguien como él, porque éramos de mundos diferentes, él pertenecía a la luz y yo a las sombras, sombras en las que nadie repara a no ser que molesten.
Decidí que necesitaba alejarlo de mi mente, no podía seguirme doliendo la manera en la que trataba con todo aquel que no fuera yo, desde las desconocidas que se arrimaban a él con cualquier excusa, hasta mi propio hermano. Necesitaba sacarme esa enfermiza obsesión de la cabeza de que aquello era amor (aunque sabía perfectamente que era imposible).
¿Tanto había que sufrir al enamorarse de alguien? (No contaré a Kazaki-sempai).
Sí era así no quería tener nada que ver con el amor. Era doloroso, injusto y cruel, además de totalmente difícil, por lo que durante toda la mañana del viernes me centré en lo que realmente se me daba bien, en lo que nadie podría meterse conmigo ni mirarme por encima del hombro: los libros.


POV de Catherina.

Poco más de una semana y ya me había aburrido de toooooooooooooodo. ¿Los compañeros? Vale, a veces se aguantaban, pero solo me gustaba estar con Alois, Momo y Shinichi, los demás... que les dieran por culo. ¿Las clases? Nada nuevo para mí. ¿El colegio? Demasiado pijo suelto. ¿Los profesores? Tocapelotas sin remedio: “No hagas esto así”, “es mejor de esta manera”, “no sé lo que hacéis en Noruega pero en Japón no se hacen los exámenes de biología en inglés”.
Reglas, reglas y más reglas. Todas estúpidas y sin sentido.
Sólo había una cosa del instituto que de verdad me gustaba: la clase de música. Tan pasional y entregada como su profesora. Todos la odiaban por ser demasiado dura, pero me resultaba imposible odiar a una mujer tan profesional. Explicaba rápido y claro, mandaba trabajos comprensibles y entretenidos, nunca se tomaba la música en broma y siempre que cogía un instrumento el ambiente parecía cambiar, vibrar, tornarse poderoso y hambriento de melodías que hacían revivir las emociones de su compositor. Sin duda aquella era la mejor profesora de música a la que uno puede aspirar, y yo la perfecta alumna que todo profesor de música desea. Aún recuerdo el primer día de la clase.

-¿Y cómo es la profesora de música? -le pregunté a una chica que se sentó a mi lado. Al principio me miró como si no se creyese que le estuviera hablando a ella. Unos segundos más tarde, reaccionó.
-No quieras protestarle a ella -me dijo eso porque en todas mis clases anteriores les había replicado a los profesores cuando estos me habían llevado la contra.
-¿Por qué?
-¡Ufff! Es un demonio. Siempre que llega un estudiante nuevo se ceba con él, preguntándole cosas que ni el mismo creador de la música se plantearía. Yo de ti me prepararía, te va a intentar dejar en evidencia delante de todos, y no dudes que lo va a conseguir. Te preguntará cosas de la historia de la música de otros países, te hará que toques un instrumento delante de todos (seguramente una pieza que no la conozca ni su padre) y además te pondrá un trabajo de investigación de 200 páginas sobre algún tema enrevesado de castigo por no haberlo hecho bien -un reto... me gustaban los retos.
-¿Nunca nadie ha pasado esa... “prueba”?
-¿Estás de coña? Ni siquiera pasan de la primera pregunta. Si fuera tú...

Pero no pude escuchar lo que dijo, pues justo en ese momento sonó el timbre, al tiempo que entraba una mujer no muy alta, con el pelo recogido en un moño que se pegaba perfectamente a su cabeza. Tenía una expresión dura y seria, además de unos ojos fríos que se escondían detrás de unas gafas marrones que le hacían parecer aún más despiadada y aguileña. Al llegar a su mesa, dejó caer todas sus cosas encima para que el ruido hiciera que los que aún no se encontraban en sus sitios se apresuraran a ocuparlos. Nos fue mirando a todos, uno por uno hasta que su mirada se posó en la mía, mientras dibujaba una cruel y terrible sonrisa anunciando lo que se me avecinaba.

-Creo que no hemos tenido el placer -su voz me dejó sin aliento. Era escalofriante. Pero si alguien iba a dar miedo, esa sólo podía ser yo.
-Igualmente -dije mientras me levantaba de mi sitio ante la mirada perpleja de todos los presentes, incluyendo la de la profesora-. Catherina Elizabeth Essel Cordilia Middleford -dije extendiendo mi mano, al más puro estilo occidental.
-Encantada Catherina -dijo la profesora con una media sonrisa respondiendo a mi saludo en un gesto que decía “a ver quién de las dos puede más”-. Yo soy Sanko Miyakawa, tu profesora de música, y espero como tal que me muestres el respeto que merezco.
-No lo dude señora, cuando lo merezca se lo mostraré.

Poco inteligente por mi parte. Se crispó inmediatamente y cambió su expresión haciendo que se me removieran las entrañas. ¿Cómo alguien podía dar tanto miedo con una sola mirada? Me soltó la mano y me indicó que me pusiera al frente de la clase. Nada más alcanzar mi posición, me acribilló a preguntas, que obviamente respondí correctamente.

-¿Qué notas se encuentran en la primera línea y en el segundo y tercer espacio?
-Mi, La y Do.
-¿Qué son las líneas adicionales?
-Líneas que se colocan por encima y por debajo del pentagrama para colocar las notas que no caben en él.
-¿Qué indican los dos números que aparecen delante de cada composición?
-El número superior indica el número de tiempos en cada compás y el inferior la clase de figura que vale un tiempo.
-¿Qué notas comprende el acorde IV?
-Do, Fa y La.
-¿Por qué colocamos un punto sobre o bajo una nota?
-Para indicar que hay que darle a esa nota un valor más corto del indicado por su figura y tocarla separada de las otras.
-... veo que no vas mal en lo referente a al lenguaje musical, pero ¿qué tal su historia?¿Qué es la quironomía?
-Un sistema de representación de los sonidos que usaban los egipcios. Consistían en designar a determinados sonidos, unos movimientos con las manos y los brazos.
-¿Quiénes eran los bardos?
-Eran iniciados para ser druidas que no lograban convencer a los examinadores en temas de la naturaleza ni la adivinación, pero que en cambio eran unas maestros en el campo del recitado e iban de pueblo en pueblo acompañando sus versos con instrumentos.
-¿Quiénes eran la nueve ninfas, musas de las fuentes y diosas del canto y el ritmo en la antigua Grecia?
-Clio (de la historia y le epopeya), Calíope (de la poesía y la canción narrativa), Talia (de la comedia), Melpómene (de la tragedia), Urania (de la música de la poesía didáctica y la astronomía), Terpsícore (de la danza y la poesía oral), Erato (de la canción amatoria), Euterpe ( de la música y la flauta) y Polimnia (de los himnos y los cantos).
-Mmmmh.... vayamos un poco más adelante: Los monjes, en los monasterios, hacían una pausa en sus labores para hacer su oración a determinadas horas del día. ¿Cómo se llama esto y que nombre recibían los momentos del día en los que realizaban sus oraciones?
-Se llamaba oficio divino u oficio de las horas, y constaba del Maitines, el Laudes, la Prima, la Tèrcia, la Sexta, la Nona, las Vísperas y las Completas.
-Veo que estás bien informada. Toma -dijo mientras me entregaba un violín de caoba-. Toca la partitura nº 2 BMW 1004 de Bach.

Me quedé petrificada. ¿La partitura nº 2 BMW 1004 de J.S.Bach? ¿La melodía para violín más difícil jamás creada? Sin duda esa mujer me estaba poniendo a prueba, una prueba imposible de superar.
La miré a los ojos, que me observaban divertidos y expectantes: sabía perfectamente que sólo los mejores violinistas del mundo han podido ejecutar esa pieza sin cometer errores, y allí estaba, esperando poder burlarse de mi incompetencia.
¿Se lo iba a permitir? Ni de coña.

-¿Qué ocurre querida? ¿No sabes tocarla? -dijo un toque sardónico en la voz. Pero aquello en lugar de acobardarme, me enfureció aún más, por lo que me coloqué en posición, y le dije:
-No señora Miyakawa, sólo me estaba preguntando en qué acorde lo quería, pero como veo que no me lo piensa decir, lo tocaré a mi manera.

Y cerrando los ojos, dejé que la melodía fluyera a través de mis dedos hasta el instrumento. Qué hermosa combinación, en la que el tiempo y y la realidad no tienen dueño, sino que ellos mismos constituyen un único ser llamado música.
Cuando terminé la pieza, me di cuenta de que no se escuchaba respirar a nadie, ni siquiera a la señora Miyakawa, que me miraba con los ojos iluminados y esperanzados. Se acercó a mí, me hizo una reverencia que causó un murmullo general y me dijo:

-Bienvenida a mi clase Catherina, será un honor ser su profesora -se incorporó con una sonrisa en la cara, que le devolví muy gustosamente.
-Por favor, llámeme Cat.

Fin POV de Catherina.


POV de Alois.

-... y después nos enseñó como pasar de 5a a 8a sin perjudicar el sonido, pero claro, al final...

¡TAN PESADA! Mi hermana llevaba todo el santo día hablando de lo maravillosa que era su profesora de música y de lo equivocado que estaba todo el mundo con ella. Pero si volvía a decir su nombre, creo que consideraría el suicidio.

-... porque lo que dice la Sra. Miyakawa es...
-¡AAAAH!¡YA NO LO SOPORTO MÁS!¡VE A DARLE LA LATA A OTRO! -dije levantándome de mi asiento para ir a buscar a Ciel.

Desde que los pillé a punto de besarse en el pasillo estaban muy irritantes. Ninguno se dirigía la palabra y mientras Ciel lo buscaba con la mirada el otro no hacía más que rehuirla. Me desesperaban. No podían seguir así, y no sólo porque se hacían daño mutuamente, sino porque no dejaban de joderme a mí comportándose como si fueran críos. Aquello tenía que cambiar, ¡que alguno reaccionara por Dios! Pero Ciel no sería capaz, por lo que me encargaría de que fuera Soubi el que lo hiciera.

Encontré a Ciel hablando con Momo y Takashi, bueno.... encontré a Ciel intentando quitarse de encima a Momo mientras Takashi se descojonaba en sus caras. Me daba igual lo que hicieran esos dos, pero no permitiría que tocaran así a mi Ciel, sólo yo (y puede que Soubi) podía abrazarle así.

-Quita bicho -le dije a Momo mientras le empujaba la cabeza hacia atrás causando que cayera al suelo.
-¡AUCH!¡Oye ten más cuidado! -dijo intentando incorporarse.
-Lo siento, pero estabas demasiado cerca de Ciel -sin saber de donde saqué la rapidez que movió mi cuerpo, me tiré encima de Ciel al ver como Shinichi y Soubi entraban por la puerta: que empezara la función.


POV de Soubi.

“Homicidio”. Bonita palabra. Sobre todo cuando la combino con “Alois”.
Cuando entré en su clase los encontré sentados en una silla, Alois encima de Ciel de manera que estaban frente a frente. Ciel sentado con las piernas un poco abiertas de manera que si alguien se sentaba encima tuviera mayor estabilidad, y Alois estaba sentado en estas, con el culo hacia fuera y de cara a Ciel, con los brazos alrededor de su cuello y los de Ciel en la cintura de este.
Lo único que quería hacer en ese momento era sacar a Ciel de allí, llevármelo a mi casa y no dejarlo salir nunca más. Pero habría demasiados testigos: Takashi, Momo, Shinichi,... Así que opté por la segunda opción, poner cara de indiferencia y hacer como si ellos dos no estuvieran allí.

-¡Hola!¿Qué tal? -casi gritó Momo al vernos (quien por cierto estaba en el suelo).
-Hola Mo-chan, tiempo sin verte -saludó cortesmente Shinichi.
-Buenos días Shinichi, Soubi -dijo Takashi.
-Igualmente -respondió Shinichi mientras yo hacía un gesto con la cabeza.
-Alois, creo que tu hermana te estaba buscando -prosiguió Shinichi.
-Arghhh... Gud gi meg tålmodighet -respondió este.
-¿Eing? -preguntamos todo el mundo menos Ciel.
-Significa "Dios me dé paciencia" -respondió Ciel son una sonrisa divertida y tímida. ... Cómo echaba de menos aquella sonrisa.
-¡Whoa! ¡Eres sorprendente Ciel! ¿De verdad hablas tantos idiomas? -preguntó Momo apoyando su cabeza en el borde de la mesa (pues aún no se había levantado del suelo).
-N-no es tan difícil. Supongo que es cuestión de estudio -se excusó Ciel sonrojado y totalmente adorable.
-¿Bromeas? -dijo Alois interrumpiendo mi nube de perfección, haciéndome recordar que aquellos dos estaban demasiado juntos. Por Dios, un poco más y se rozarían sus partes- No he conocido a nadie que tenga un dominio tan pleno como tú de las lenguas. ¿Cuantas hablas? ¿8...9?
-E-en realidad, son 16...
-¿¡EN SERIO?! -dijeron todos menos yo.
-Creía que eran 15 -habló Shinichi sorprendido.
-Es que el año pasado en un libro salió una frase en griego y... sentí curiosidad... -dijo bajando gradualemente la voz como si hubiera hecho algo malo.
-¡Yay! ¡Eres increíble! -gritó Alois mientras lo abrazaba y acercaba sus cuerpos hasta el punto que no sabría decir dónde empezaba y terminaba cada uno. No quería seguir mirando aquello.
Te apartaste de mí en el pasillo por miedo a que nos malentendieran, y ahora dejas que se restriegue contra ti delante de todo el mundo. ¿Tan ciego estás que no ves que me estás matando?

La conversación siguió entre temas triviales y roces premeditados por parte de Alois.
Hacía 2 semanas que no lo había hecho con nadie. Si mi corazón no podía relajarse, entonces los haría mi cuerpo. Debía buscar a alguien, cualquier persona, hombre o mujer, que me quitara de la cabeza a este chiquillo, o que por lo menos, ahogara los gritos de dolor de mi pecho.