jueves, 29 de marzo de 2012

Capítulo 13: ¿....Me.....me amas?

¿En el salón principal? No, no le gustan las masas de gente. ¿En su clase? Ni en broma, siempre está deseando salir de ahí. ¿En la biblioteca? ... No sabía dónde estaba. ¿En los jardines? Tardaría demasiado en encontrarlo. Me paré en seco: estaba bien querer decirle lo que sentía pero ¿dónde lo encontraría? Además, yo ya no era invisible para la gente, ahora llamaba la atención, y verme corriendo desesperado por todos los rincones del edificio jadeando y sudando no era precisamente difícil de ignorar.

-Usagiwa-sempai... ¿se encuentra bien? -escuché decir a una chica más o menos de mi altura.
La recordaba. Era otra de las muchas personas que ni se dignaron a mirarme cuando llegué el primer día, aquellas que ahora besaban el suelo que pisaba, las más falsas y astutas que sabían cómo aprovecharse de las personas. Pero tenía demasiada prisa para pensar en esas cosas. En ese momento mi prioridad era encontrar a Soubi.
-Tranquila Miwa-san. Estoy bien -respondí con una falsa sonrisa, como me había enseñado a hacer Alois.
-... A-ah, vale. Pero como te había visto tan apurado... ¿puedo hacer algo por ti? -preguntó con una voz insinuante, causando las miradas feroces de todos los demás presentes.
Pero yo ya no era Ciel. Ahora sabía tratar con gente como ella.
-Pues sí. Estoy buscando a Yumeji-sempai, ¿lo has visto? -dije dibujando una mueca inocente.
-C-creo que está en su clase -respondió ruborizada y tímida.
-Gracias -y salí de allí corriendo.

Así que al final sí que estaba en su clase... ¿tan pocas ganas tenía de verme que se había quedado en el único lugar en el que nunca miraría? Mierda, aquello dolía.
Cuando llegué la escena que vi me quitó todo el aire que había conseguido recuperar después de la carrera. Estaba de pie, apoyado de espaldas a la ventana rodeado de chicas que aprovechaban la mínima oportunidad para acercarse a él, para tomar contacto y después pretender ser inocentes. Todas y cada una de ellas le miraban hipnotizadas, atentas a cada gesto que hacía, a cada palabra que salía de sus labios, no perdían el mínimo detalle de alguien que solo buscaba un entretenimiento que al parecer ellas podían proporcionarle. Pero lo que más me afectó fue ver la expresión seductora que Soubi le dedicaba a cada una de aquellas sanguijuelas. Estaba cómodo en aquel ambiente, siendo adulado por un montón de chicas sin personalidad. No me necesitaba, se había recuperado perfectamente sin mí, y sin duda eso era lo más difícil de aceptar: sólo yo le necesitaba.
Viendo la sonrisa de satisfacción que tenía en el rostro, intenté irme, pero una voz a mis espaldas me detuvo.

-Usagiwa-san, ¿que haces aquí? -cuando me volví observé a un chico del curso de Soubi. Era alto, con el cabello decolorado, las facciones angulosas, la mirada segura y el cerebro inversamente proporcional al número de pirciengs que llevaba en cada oreja.
-Perdón, había venido a visitar a alguien, pero parece que está ocupado. Ya me marcho -me disculpé con la misma sonrisa que tantas veces me había hecho ensayar Alois. “Caerán rendidos” decía él.
-¿Por qué tanta prisa? Vamos, quédate un poco. Yo no estoy ocupado -dijo con una sonrisa tonta y los ojos iluminados.
Pensé en rechazar la oferta, pero no tenía nada que hacer, y si hablaba con alguien, olvidaría la cara de felicidad de Soubi al verse rodeado por tantas chicas.
-De acuerdo -nos sentamos en su pupitre (más bien yo me senté en su mesa y él se quedó de pie).
-Tengo curiosidad -comentó nada más sentarme-. ¿Qué te ha hecho cambiar de repente? Hasta hace sólo unos días no hubiese pensado que esto podría estar escondido debajo de esa apariencia -dijo con voz sugerente. Genial, me tocaba lidiar con un creído idiota. Pero Alois también me había preparado contra tipos como ese. Así que poniendo mi mejor cara de actor y mi más deslumbrante sonrisa disfracé mi insulto con las mismas palabras que había usado él.
-Qué casualidad. Yo tampoco pensé que un cerebro como el tuyo pudiera estar debajo de esa apariencia.
-... Jeje... eehh... ¿eh? -si ignorante, te había insultado.
-Bueno, dejando eso de lado -dijo intentando ganar la seguridad que había perdido-. ¿Qué te parecería salir alguna vez conmigo. Te llevaría a donde tú quisieras
-Lo lamento, pero no tengo por costumbre salir con tipos como tú -cuando pronuncié esas palabras me di cuenta... ¿Me había convertido Alois en una réplica suya?
-¿Y con qué tipos sueles salir?
-Ni idea. Cuando lo sepa, serás el primero en recibir noticias, tú tranquilo -y me levanté de la mesa con intención de irme pues hablar con aquel tipo en vez de hacerme olvidar a Soubi sólo me estaba recordando a Kazaki-sempai.
-¡Eh espera! -dijo cogiéndome del brazo- Vamos no seas así.
-Suéltame.
-¿Algún problema, Harada? -pronunció un timbre demasiado conocido para mí.
-Shiraiwa-san... n-nada. Sólo estábamos hablando, ¿verdad Usagiwa-kun? -pero al recibir una mirada por mi parte que decía “no pienso ayudarte si os peleáis”, cambió de opinión- Y-ya me iba -y se fue cual perdigón escopetado.
La imagen de verle apurado salir de la clase dando la impresión de que le faltaba suelo para correr me hizo bastante gracia, y no pude evitar soltar una risita por lo ridículo que se veía. Pero cuando me giré me di cuenta de que no había motivos para reírse. Estaba delante de Soubi, y éste sólo me mostraba una mirada inescrutable. Quería decirle lo que sentía pero, ¿él querría escucharme? Me dije a mí mismo que si no lo hacía, nunca lo sabría; por lo que me armé de valor, y liberé a mi mente de toda preocupación.

-Gracias Soubi -intenté decir lo más relajado posible.
-No hay de qué.
-V-verás yo... quería hablar contigo. Sobre... lo que pasó en mi casa...
-Aquí no.
-¿Eh? -le miré a los ojos, y comprendí a qué se refería: todo el mundo nos estaba mirando. Y lo que hizo Soubi a continuación me hizo pensar que tenía una esperanza. Me cogió de la mano y me dijo:- Sé dónde podemos hablar tranquilos.
Me llevó de la mano, ante las miradas de todos los curiosos, hasta uno de los jardines traseros. Allí nunca había nadie.
-Adelante -me soltó de la mano-, ¿qué querías decirme? -preguntó cruzándose de brazos, haciendo que sólo me sintiera más inseguro.
-Yo... quería disculparme...


POV de Soubi.

-Yo... quería disculparme... -disculparse... él quería disculparse... Una sonrisa sardónica cruzó mi rostro. A esas alturas ya no sabía quién tenía la culpa de qué, pero escucharle decir que quería que yo le perdonara sin duda me hizo ver lo adorable y tierno que era mi ojiazul.
-Las cosas que dije... no las pienso de verdad. No quiero que me dejes en paz. No quiero que te alejes de mí. Tampoco pienso que seas … asqueroso. No quiero que dejes de hablarme... -una lágrima solitaria descendió por la mejilla de Ciel. Y aquel simple movimiento, aquella simple gota fueron suficientes para hacer que se rompiera algo dentro de mí, pues lo que más daño me hacía era ver sufrir a Ciel.
-Ciel... tú...
-¡No! Espera. Escucha todo lo que tengo que decir. Por favor espera a que termine... -inspiró a la vez que sorbía por la nariz, sin duda preparándose mentalmente para lo que tenía que decir.
-Cada vez que rehuyes mi mirada -comenzó- siento como si mi mundo desapareciera. Cuando le regalas tus caricias a otra persona, la verdad me golpea volviéndome pequeño y frágil. Cada vez que te burlas de mis sentimientos, las mentiras que protegen mi corazón se disuelven en el dolor que me causa darme cuenta... de que soy el único al que le afecta todo esto. Siento que con cada palabra, con cada gesto, te alejas de mí poniendo una barrera marcada por el deseo. El deseo que tengo que ahogar para no consumirme en la añoranza de tu cuerpo y de tu corazón. Porque cuando el alma es tocada, también quiere ser tocado el cuerpo, pero algunas veces, cuando el cuerpo es tocado, también quiere ser tocada el alma -me miró, con la belleza surcándole el rostro, acompañando sus lágrimas-. Soubi: tú has tocado mi cuerpo, y has causado que mi alma también desee ser tocada por ti. … Te quiero.
Me quedé paralizado. La flor que había anhelado desde hacía tanto, estaba ahora delante mía, confesándome lo que yo no dejaba de negar. Mi cuerpo se movió por voluntad propia y avanzó hasta quedar a escasos milímetros del suyo, pues temía que el más mínimo roce pudiera romper aquella estrella que brillaba por pura inocencia.

-Ciel... si lo que acabas de decir es una broma, tienes 10 segundos para retractarte, porque después de ese límite de tiempo, no seré capaz de controlarme -musité haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad para cumplir la regla de los 10 segundos. Ciel levantó la cabeza, me miró, desvelando su hermosura en toda su plenitud y articuló las palabras que llevaba tanto tiempo esperando escuchar.
-...Te amo, Soubi.

A la mierda la ley del menor, a la mierda el “qué dirán”, a la mierda el “y si no le gusta”, a la mierda todo. Quería a Ciel. Allí y ahora.
Por eso no me arrepiento de lo que hice a continuación.
Le empujé contra un árbol y sellé nuestros labios para impedirle cualquier oportunidad de negarse.
Cuánto anhelaba aquella sensación, el tacto de sus labios contra los míos, sedoso, suave y electrizante. Tan dulce. Primero sólo el contacto, después pidiendo permiso con mi lengua, recorriendo el contorno de su boca hasta que me cedió el paso e invadí la cavidad que tanto había deseado. Memoricé cada detalle de su lengua, de sus dientes, de su paladar, porque ahora eran míos. Succioné, invitando a hacer lo mismo con la ajena, comenzando un baile en nuestras bocas que no tenía tiempo ni lugar, sólo existía el sabor. Pero mi preciado ángel nos separó.

-...S-so....soubi....n-... no puedo... res... respirar -musitó con la voz ronca. Cuando le miré a los ojos y descubrí que estaban inyectados en placer, supe que había perdido de nuevo el control.

Le volví a encerrar en mis brazos y comencé de nuevo un intercambio de salivas que no tenía fin. Sentía cómo los gemidos de Ciel se ahogaban en su garganta y cómo los míos luchaban por no salir. Pero yo quería más, quería hacerlo sentir de verdad.

Fin POV de Soubi.


Me estaba asfixiando en lujuria. Su lengua seguía dentro de mi boca, invadiéndola y marcándola como suya. Arrebatándome mi propio nombre, recorriendo mi cuerpo con sus caricias, pues mi alma ya había sido tocada.
Cuando creía que mi cabeza no aguantaría con todo el placer y el éxtasis de estar en sus brazos, Soubi comenzó a frotar mi pecho, centrando su atención en dos peculiares zonas, presionándolas por encima de la ropa, haciendo que todo mi cuerpo temblara descontroladamente. Entonces los pellizcó, y eso ya fue demasiado para mí.

-¡Ah! ….n-no... no hagas eso...
-¿Por qué? -susurró en mi oído.
-Haaa....p-porque....mmhh.... se siente.... raro....
-Querrás decir que se siente bien -mordiendo y lamiendo mi lóbulo.
-¡Ahh!
-Increíble.... incluso por encima de la ropa lo estás sintiendo -musitó ensañándose esta vez con mi cuello y mi clavícula. Dejando un reguero de besos, mordiscos y saliva.
-¡No! ¡Ah! ¡Eso....n-no es verdad! -jadeé como me fue posible.
-Hum ¿en serio? -rió en mi cuello- ¿Y qué me dices de... esto?
-¡Hah! -había puesto una pierna entre las mías, desvelando lo excitada y necesitada que se sentía esa parte.
No me cupo ninguna duda: desde ese momento mi dolor, mi tristeza, mi alegría, mi deseo y mi cuerpo le pertenecían. Era completamente suyo, y aunque quisiera, jamás sería capaz de cambiar eso.

1 comentario:

  1. me encanta este capitulo tambiiiiiiien! Como todos!! pero como lo haces TT AIII QUE BONITO!!

    ESTOS DOS AQUI DANDOSE EL LOTE Y YO SIGO AQUI... ESPERANDO UN MILAGRO AJAJAJA!! Espero el siguieeente^^

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